La carrera a la Casa Blanca… en tacones.
Hasta
hoy y a pesar de que su recuperación económica no ha sido satisfactoria, Estados
Unidos de América sigue siendo el país más poderoso e influyente del mundo. Su
relevancia no sólo radica en el ámbito económico, sino también en el ámbito
político. En este sentido libran una batalla para elegir a su próximo
presidente.
De
acuerdo a la última encuesta de The Washington Post y ABC News Poll, el
presidente Barack Obama (demócrata) tiene un 47% de las preferencias para ser
reelegido, mientras que el candidato republicano, Mitt Romney, posee el 46% de
éstas. Sin duda estamos ante una de las elecciones más competidas en la
historia de los Estados Unidos de América.
Ante
este escenario, la implementación de estrategias para conseguir el voto y los
recursos económicos son depositadas en el marketing político. Una de esas
piezas clave son los avales, en este caso las esposas, las cuales siguen una
campaña a la par de los candidatos.
La
primera dama, Michelle Obama, ha iniciado una campaña con dos objetivos, el
primero es atraer el voto y el segundo la recaudación de fondos mediante la
imagen de una mujer y primer dama moderna. Sin duda Michelle es un capital de
gran calado, su popularidad es del 68%, superior a la del presidente Obama de
47% (Gallup). Michelle Obama es una abogada de 48 años proveniente de clase
media, afroamericana, graduada en Harvard; se caracteriza por tener un estilo
sencillo y elegante.
Una
de las estrategias de Michelle a lo largo de la administración Obama es
mantenerse con un bajo perfil en los asuntos políticos a pesar de tener una
fuerte personalidad. De acuerdo a la revista Forbes, la primera dama, se
encuentra entre las diez mujeres más poderosas del mundo.
Los
ejes en los que ha trabajado son la obesidad infantil con la iniciativa “Let´s
move” y el apoyo a las familias de los veteranos. Su mayor error lo hizo al
declarar en 2008 que el éxito de su marido la había hecho sentirse orgullosa de
su país por primera vez en su vida.
Su
exposición mediática de primera dama la ponen en ventaja respecto a Ann Romney,
esposa del candidato republicano Mitt Romney, cuya aprobación entre los
estadounidenses es del 40%.
La
personalidad de la señora Romney resulta más empática si se compara con la de
la primera dama. Ann es una mujer de 63 años de clase alta dedicada a su
familia, tiene 5 hijos y 18 nietos fruto de 42 años de matrimonio. Víctima hace
unos años de cáncer de mama y actualmente de esclerosis múltiple, Ann
representa los valores tradiciones del electorado republicano, pero aún más
importante, representa el lado humano que necesita la imagen de su esposo
Romney (millonario cuya fortuna se estima entre 85 y 250 millones de doláres)
la cual aún no acaba de convencer. El objetivo de Ann es humanizar la campaña
mediante la imagen de una mujer tradicional.
Entre
las críticas que se le hacen es el hecho de haber sido ama de casa toda su
vida, circunstancia que ha sabido capitalizar para ponerse la bandera de
aquellas mujeres que tienen en sus manos la educación y cuidado de sus hijos.
Su más reciente participación en la Convención Republicana dejo satisfechos a
muchos al dar un discurso basado en su matrimonio. Su agenda se centra en
jóvenes con conductas de riesgo.
Respecto
a redes sociales (facebook y twitter) la primera dama cuenta con más de un
millón trescientos mil followers (seguidores), mientras que la señora Romney
tiene poco más de ochenta y seis mil. Llama la atención el contraste, por un
lado vemos a Michelle Obama con fotos, videos y cifras sobre el desempeño de la
administración Obama y por el otro vemos a Ann Romney con fotos de su familia,
de su cocina y últimamente de la campaña de su esposo. Sin duda dos estilos
diferentes con un mismo fin.
Vemos
que el papel de las esposas va más allá de una simple compañía, son personajes
bien definidos estratégicamente cuya participación no se limita a las
actividades de los candidatos, tienen su propia agenda y lo más importante voz
de peso en eventos y medios. Al final dos mujeres provenientes de
estratos sociales, formaciones y razas diferentes que sin duda contribuirán al
resultado del próximo 6 de noviembre.
Ojalá
en México podamos tener avales a la altura de las circunstancias, lo que
beneficiaria el nivel de las futuras campañas políticas. Estemos pendientes…
(Texto publicado en la Revista D´interés)