Responsabilidad y Corrupción en el recuento de los daños: Ingrid y Manuel
Los desastres naturales son fenómenos que
no pueden controlarse, sin embargo, si podemos prevenir o calcular las
dimensiones de sus efectos con la tecnología que disponemos sobre todo en
términos del clima.
El mes pasado las tormentas Ingrid y Manuel – que posteriormente
se convirtieron en huracán – dejaron cuantiosas perdidas económicas y humanas a
varios estados del país, pero sobre todo dejo al descubierto la falta
responsabilidad de autoridades y sociedad así como la corrupción imperante en
los gobiernos.
De acuerdo a la Comisión Nacional del
Agua (CONAGUA) septiembre fue el mes más lluvioso en la historia de México,
esto nos da un parámetro para ver la dimensión de los problemas que dejaron a
su paso las tormentas Ingrid y Manuel.
La organización y solidaridad del pueblo
mexicano se ha puesto a prueba en muchas ocasiones, de hecho en México podemos
decir que la sociedad civil surge en la tragedia del terremoto del 85, sin
embargo, habrá que plantearse si en 28 años la sociedad civil mexicana sigue
viva y acorde a las demandas actuales.
Sin duda la solidaridad del mexicano no
está en duda, bajo circunstancias como la que viven actualmente estados de la
república afectados por las tormentas Ingrid
y Manuel el pueblo mexicano se ha
volcado en ayudarlos mediante donaciones y diversas formas de apoyo. Pero cuál
es la lección de todo esto, donde realmente debemos enfocarnos es en la raíz
del problema, de lo contrario no aprenderemos de estas experiencias y con
seguridad volverán a ocurrir.
Desde mi punto de vista veo dos problemas
de fondo en esta tragedia, la primera y más importante, la responsabilidad de
autoridades pero sobre todo de la sociedad. Pareciera que la responsabilidad no
existe en ninguna de las dos partes, ya que las autoridades no están enfocadas
en realizar sus funciones como tal, informándose, previniendo y alertando a la
ciudadanía que se encuentra en riesgo. La información referente a la temporada
de lluvias la tienen disponible las autoridades, el problema es que no están
consientes de sus responsabilidades inherentes de su cargo. Diversos diarios de
circulación nacional daban a conocer que autoridades estatales como municipales
la noche del 15 de septiembre se encontraban en fiestas mientras que en muchos
municipios los pobladores perdían su patrimonio y en el peor de los casos vidas
humanas.
Pero más alarmante y peligroso es la
falta de responsabilidad de la sociedad. Me da la impresión de que somos una
sociedad pasiva que sólo se activa cuando se presentan tragedias de esta
magnitud. Me pregunto ¿Dónde está la sociedad civil en México?. La falta de
responsabilidad de la sociedad salta a la vista, no podemos dejar de lado que
establecerse en lugares irregulares, tirar basura, contribuir al calentamiento
global, no informarse (hoy mantenerse informado no es exclusivo de algunos
solamente) y no exigir a autoridades deja entrever nuestra falta de
responsabilidad con nosotros mismos y nuestro entorno.
El segundo gran problema que reluce ante
estos desastres naturales y que es evidente es la corrupción imperante en los
tres ordenes de Gobierno. Por ejemplo las irregularidades en las carreteras de
Guerrero, en particular de la autopista del sol, tienen que ver desde el
sexenio de Salinas de Gortari donde se dieron concesiones para la construcción,
sin embargo, la calidad de los materiales no se verificó o no se quiso hacer.
Así como este ejemplo existen muchos donde la opacidad del gobierno sale a
relucir.
Todo esto sale a colación de un estudio
que realizó una casa encuestadora (Gii360) donde preguntaron cuál era el
problema de fondo de las inundaciones y el 31% dijo la falta de una cultura de
prevención, en segundo lugar el cambio climático (22%) y el tercero la corrupción (15%). Me
llamó la atención que la responsabilidad de los ciudadanos no figura en las
primeras opciones, por ello mi preocupación más importante es la falta de
responsabilidad de cada uno de nosotros. No estamos viendo este problema y es
básico para poder exigir y cambiar.
Hasta el día de hoy (26 septiembre)
Ingrid y Manuel ha costado 139 vidas humanas, así como perdidas económicas que
superarán el monto del FONDEN (Fondo Nacional de Desastres Naturales), y las
cifras continuaran incrementando. Vale la pena preguntarnos cuántas cifras
hubiéramos evitado de conocer y actuar con conciencia, no lo sabemos, pero
seguramente serian menos.
Hoy no podemos excusarnos de nuestras
responsabilidades, es hora de tomar conciencia de quiénes somos y cuál es
nuestro papel en este momento. Actuemos. Estemos pendiente.
(Texto publicado en la Revista D'interés)