Dilma entre el Mundial y la reelección
A unas horas de que empiece el Mundial de fútbol,
el país sede se ve envuelto entre manifestaciones, paros y euforia pambolera.
Brasil en los últimos años ha atrapado la mirada
del mundo por distintos factores, sin duda su crecimiento y liderazgo en
América Latina lo han posicionado como un referente del desarrollo y
crecimiento de países emergentes, no por nada forma parte del llamado G5 junto
con México, China, India y Sudáfrica.
Pero ser la sede de un Mundial de Fútbol para
cualquier país es todo un reto, sobre todo para aquellos países que tienen
serios problemas de desigualdad como es el caso de Brasil. ¿Pero qué ganan los
países sede?, la primera palabra sería exposición mundial, por más de un mes
los ojos del mundo estarán puestos en aquel país, aunque es un arma de dos
filos, ya que tanto las cosas positivas como negativas saldrán a flote.
Según cifras de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL) el 18.6% de los brasileños viven todavía en
pobreza, es decir, 37 millones de personas. Ante este contexto y de acuerdo al
periodista Jamil Chade (Autor del libro “La Copa tal como es”), el Mundial de
Brasil 2014 será el más costoso en la historia, se han puesto 14 mil millones
de dólares en infraestructura federal, estatal y local, mientras que 3.5 mil
millones de dólares para la construcción y renovación de estadios, esto es más
que lo utilizó Alemania (2006) y Sudáfrica (2010) juntos.
Es de llamar la atención el caso de los
brasileños, ya que si bien, Brasil es de los países más futboleros (Pelé uno de
los mayores exponentes del futbol mundial) en esta ocasión existe un sector de
la población y del sistema político que se está manifestando en contra de los
gastos que conlleva la celebración del Mundial, así como la poca transparencia
de dichos recursos.
Es cierto que el gobierno de Dilma Rousseff se
encuentra en desventaja ante los grupos de choque ya que en las negociaciones
tiene que ceder, por la coyuntura en que se dan los hechos, en este caso el
anuncio de paros laborales en caso de no realizar los aumentos salariales que
piden.
¿Y qué ganará Brasil?, en el mejor de los casos
la copa, la cual sería su sexta (1958 1962, 1970, 1994 y 2002), así como
exposición y una derrama económica que ayudaría a su economía. En el peor de
los casos sería perder la copa y quedar endeudado lo que representaría un
retroceso a su pobre crecimiento pronosticado para este año y sin duda el
riesgo de no poder celebrar los Juegos Olímpicos de 2016.
Habrá que ver como el gobierno de Rousseff maneja
la crisis que vive el país sudamericano en este Mundial, ya que si bien, el
tema económico es importante el tema político electoral no es menos importante,
sobre todo para todo para Dilma que buscará su reelección en octubre próximo.
De acuerdo a una encuesta difundida en medios locales,
la actual mandataria bajo sus preferencias y en el mes de junio se encuentra en
38% de la intención de voto, un porcentaje bajo si quiere ser reelegida. Dilma
sólo tendrá un par de meses después del Mundial para recuperar el terreno para
su reelección, esto si Brasil sale exitoso de éste.
Tras el Mundial habrá que ver que pesa más en los brasileños, si
el orgullo de una Copa Mundial o los problemas que se enfrentan día a día, así como también estará a prueba el poder de negociación y liderazgo de Dilma Rousseff como política. Mientras
tanto disfrutemos el Mundial. Estemos pendiente…