Ayotzinapa, el aderezo de una crisis anunciada


El pasado 26 de septiembre 43 normalistas en Ayotzinapa fueron levantados por autoridades municipales en conjunto con organizaciones criminales y posteriormente desaparecidos. Hasta la fecha no se sabe si están con vida. Tal hecho indignó y movilizó a la sociedad mexicana como pocas veces en la historia de nuestro país.

El caso Ayotzinapa ha sido el aderezo de una crisis anunciada al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, esto porque desde las tan nombradas reformas estructurales, el gobierno ha enfrentado un desgaste acelerado desde inicios de año, en parte por la falta de comunicación.

Uno de los aspectos que sin duda queda en evidencia tras el caso Ayotzinapa es la corrupción imperante en las instituciones de gobierno así como la penetración del crimen organizado.

El ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, fueron detenidos y enfrentan el proceso legal. El ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, se encuentra lejos del escenario, su renuncia fue su mejor salida negociada. Ante la ausencia en la arena pública de estos personajes políticos clave, el gobierno federal es el responsable inmediato y visible del caso por actuar tarde, además de no estar pendiente de lo que sucede en la entidad.

Aunado a estos hechos se encuentra la pésima comunicación que ha ejercido la Presidencia de la República, ya que no ha podido o querido actuar ante una crisis que se veía venir desde el anuncio de las reformas. El hartazgo de la sociedad por tanta impunidad, la indiferencia, la inactividad y la falta de empatía del gobierno federal ante tal situación, ha acentuado una crisis de gobernabilidad.

El caso de la casa blanca de la primera dama desató una nueva crisis al gobierno federal, la indignación de la sociedad fue por el valor de la casa, sin embargo, el problema de fondo es el conflicto de intereses ya que la famosa casa de 7 millones de dólares fue construida por una empresa que se ha visto beneficiada por distintos contratos con el gobierno federal y en su momento por el gobierno estatal del Estado de México. Ante esta crisis, el gobierno federal responde con un video de la primera dama sin estrategia que resultó contraproducente por la falta de tacto. Pareciera que no saben responder a una crisis.

Estamos ante un México que pide a gritos ser escuchado, un México que pide ser tomado en cuenta, un México que pide justicia. Si hoy no nos damos cuenta de la descomposición política y social que vivimos, si seguimos actuando de la misma forma la sociedad y el gobierno, es muy probable que lleguemos a un autoritarismo y violencia generalizada en nuestro país.

El gobierno debe dar señales creíbles de que está haciendo las cosas diferentes, es tiempo de que sustituya y saque a miembros de su equipo, es tiempo de actuar conforme a la ley. Debe actuar tácticamente, evitar el autoritarismo y la provocación, aplicar la ley, pero sobre todo estar abierto al diálogo.

No podemos reducir el tema a una persona, en este caso al Presidente de la República (no excuso sus responsabilidades en el caso), ya que no estaríamos viendo el tema de fondo. Al final del día se trata de una descomposición sistémica en la cual mucho o poco tienen que ver también actores con intereses propios tanto políticos como económicos. La crisis que vive México no sólo es Ayotzinapa, Tlatlaya, La Casa Blanca, es mucho más profunda.


Es tiempo de actuar, es tiempo de que cada uno empiece por hacer lo que le toca y hacerlo bien. No podemos seguir en este rumbo. Hoy más que nunca debemos dejar la indiferencia y la complicidad, exijamos y respetemos, evitemos caer en el “ojo por ojo” ya que nos quedaremos ciegos. Dejemos de ser espectadores y seamos actores, cada quien desde su trinchera. Estemos pendiente...

(Texto publicado en la Revista D'interés)

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