Trampas gringas?
Pareciera
que no hemos entendido lo que es una campaña política, me extraña que el
presidente Enrique Peña Nieto, siendo descrito por estrategas que llevaron su
campaña en 2006 como uno de los candidatos más disciplinados, no haya percibido
el huracán en el que se involucraba al recibir a Trump en Los Pinos.
Como
sabemos el próximo martes 8 de noviembre se definirá en Estados Unidos al nuevo
presidente que reemplazará a Barack Obama. Los principales candidatos son la ex
primera dama, Hillary Clinton del Partido Demócrata y el empresario Donald
Trump del Partido Republicano. No son los únicos candidatos, también se encuentra
Gary Johnson del Partido Libertario, Jill Stein del Partido Verde, Bob
Whitaker, Darrel Castle con probabilidades casi nulas, sin embargo, su peso
ayudará a los punteros.
Además
de la presidencia de Estados Unidos, también están en juego 12 de 50
gubernaturas, así como senadurías y diputaciones. Pero también habrá referéndum
sobre temas como la despenalización de la marihuana, control de armas, acceso a
servicios de salud, salario mínimo, entre otros. Como vemos, son elecciones
donde está mucho en juego.
A
diferencia de las elecciones en México donde gana el candidato que tenga más
votos, las elecciones en Estados Unidos se ganan a través de un “colegio
electoral” el cual está conformado por 538 electores que representan los 51
estados incluyendo la capital. En este sentido, el candidato que logre tener
270 electores es quien gana la presidencia, el cual no necesariamente es el que
tenga más votos de los ciudadanos.
De
acuerdo a sondeos de CNN Trump lleva ventaja, mientras que para The Washington
Post la ganadora sería Hillary. La estrategia de Clinton se ha centrado en la
continuidad, resaltando las cosas buenas de la administración Obama (53% de
aprobación), mientras que la estrategia de Trump es de cambio, la cual se
caracteriza por polarizar a la sociedad con un discurso contra migrantes y con
la sentencia de continuar construyendo el muro en la frontera, así como la
negociación del Tratado de Libre Comercio.
En
este clima polarizado por dos candidatos, el Gobierno Federal invita a los
candidatos a una reunión privada, con el argumento de privilegiar el dialogo. A
la invitación solo acude el candidato Trump, dicha reunión provoca la ira y el
agravio de la sociedad mexicana. Aunado
a ello, ese mismo día en un evento de campaña republicano en Arizona Trump
aseguró que México pagaría el 100% del muro.
La
estrategia de Trump ha sido exitosa, y está muy definida desde un inicio,
incluso cuando trato de modelar el tono de su discurso cayó unos puntos en las
encuestas. Trump logró la nominación republicana gracias a su postura extrema
que responde a ese voto duro republicano.
Lo
que quedó para la historia fue la ocurrencia del Gobierno Federal, no tanto por
la invitación, sino por la actuación en la conferencia de prensa. Si el
discurso hubiera sido otro, así como el protocolo, las cosas pudieron haberse
contado de manera distinta.
Al
final, el presidente de México aunque no fuera su intensión se inmiscuyó en la campaña
electoral del vecino país, quedando atrapado en la estrategia de Trump, quien
resultó ganador ya que contradijo al presidente, ratificó su discurso y reforzó
su credibilidad ante sus simpatizantes.
De
acuerdo a columnas la idea de traer a Trump fue del Secretario de Hacienda,
Luis Videgaray, a pesar de que la Secretaria de Relaciones Exteriores y el
Secretario de Gobernación expresaron su desacuerdo. Días después, Luis
Videgaray renuncia a su cargo y las voces en México como del propio Trump se encargaron
de decir que su salida obedecía a tal hecho.
Sería
ingenuo pensar que la salida de Luis Videgaray obedece a su falta de táctica en
política exterior, ya que el presidente y su equipo continúan en la lógica que
fue una buena idea. El relevo de Videgaray obedece a un reacomodo de piezas
rumbo a las elecciones del Estado de México.
Al
final del día, en campaña todo se vale y más en Estados Unidos, donde a
diferencia de México sus campañas tienen menos restricciones, donde todo mundo
puede hacer campaña libremente a favor de un candidato, incluyendo al propio
presidente y los medios de comunicación.
Texto publicado en la Revista D'interés