El sorpresivo martes negro



El pasado martes 8 de noviembre se llevaron a cabo elecciones para elegir al 45º presidente de la nación más poderosa del mundo, Estados Unidos. Con 306 votos del colegio electoral ganó el empresario republicano Donald Trump, frente a 232 de la demócrata Hillary Clinton. Aunado a ello, el partido republicano logra mayoría en la Cámara de Representantes (51) y el Senado (239).

Un martes negro para los mexicanos (que se vio reflejado en la bolsa mexicana de valores) y para muchos otros países ya que la favorita en las encuestas no ganó - a pesar de obtener más votos ciudadanos - pero sobre todo por las implicaciones económicas, políticas, sociales y culturales que conlleva el proyecto de Trump.

Es innegable la descomposición social que persiste en el vecino país, la multiculturalidad, la grave desigualdad, la reducción de la clase media, la amenaza del establishment y el uso de las nuevas tecnologías ha dado como resultado una campaña muy distinta a lo que se había realizado ya que fueron el miedo y el enojo los elementos que utilizó el candidato republicano para llegar a la Casa Blanca.

En general fue una campaña en la que el centro fue el candidato republicano desde las primarias, esto por mantener una misma estrategia a pesar de cuatro factores que jugaron en su contra: el aparato de gobierno de los Obama y su imagen, la salida de dos de sus coordinadores de campaña, la división interna del partido republicano y la relación con los medios de comunicación. 

Temáticamente la construcción del muro en la frontera con México, la renegociación y/o cancelación del tratado de libre comercio, la deportación de migrantes y sobre todo el desmantelamiento del Obamacare permitieron a Trump dictar la agenda de campaña.

Uno de los grandes errores de Hillary Clinton es que nunca conectó con el electorado, nunca explotó el ser mujer, donde irónicamente, uno de sus mejores discursos fue el de su derrota. No hubo candidato que tuviera más avales del medio artístico, político, económico y cultural que la ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton.

El desacierto en las mediciones de encuestas en todo el mundo ha sido un tema reiterativo en las últimas campañas electorales y la elección de Estados Unidos no fue la excepción, a pesar de que la mayoría ponía en margen de error la elección, la ventaja la tenía Hillary, excepto en un par de encuestas. Las únicas encuestas que acertaron fueron las de Facebook que ponían a Trump como ganador. Fue la primera elección donde los dos candidatos punteros tenían balances de opinión negativos.

De acuerdo a un estudio de Edison Research Election Pool el perfil del votante promedio de Trump  fue un hombre de color de piel blanco, de 45 años en delante que no tiene un grado universitario, que vive una comunidad rural, que el tema político que más le interesa es la inmigración y el terrorismo, y que decidió su voto tres meses antes de la elección.

Hubo un voto oculto por Trump que las encuestas no pudieron descubrir o la sociedad no quiso decir. Hay un refrán que dice que “el peor enemigo de un latino es otro latino que se cree gringo” y así sucedió, tal dicho puede ser ese voto latino oculto en Florida hacia Trump donde votó el 54% de los cubanos (Pew Research).

Sin duda, la operación política fue uno de los elementos más importantes en la campaña de Trump, sobre todo en Estados Unidos donde las elecciones se ganan en ciertos estados con mayor peso del colegio electoral. Un exceso de confianza en las estructuras y en la campaña de Hillary Clinton llevaron a descuidar focos decisivos para movilizar el día D, como fue el caso de Florida. En Estados Unidos no existen tantas restricciones operativas como de comunicación en campañas electorales como en México.

Las redes sociales en campañas electorales tuvieron su primer auge en la campaña de Obama en 2008, sin embargo, hoy ya es un elemento central y estratégico. De acuerdo a medios locales, la campaña de Trump gastó $56 millones de dólares en Facebook mientras que en televisión $68 millones, a diferencia de Hillary quien su mayor inversión fue en televisión y en mucho menor medida en Facebook. Hoy Internet y las redes sociales dejaron de ser elementos alternativos para una campaña electoral.


Finalmente, pensar que México no tendrá repercusiones tras la victoria de Trump es querer tapar el sol con un dedo, por supuesto que las habrá para los migrantes en aquel país, así como para los que vivimos dentro del territorio (bolsillo de las personas). Ante tal incertidumbre generada, probablemente el problema más grave es que no tenemos un líder (en toda la extensión de la palabra) que pueda representarnos en el vecino país con la estatura suficiente. Estemos pendiente…

Texto publicado en la Revista D'interés

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