NO VIENEN CON TORTA BAJO EL BRAZO
Después
de los resultados de las elecciones del año pasado en México, pareciera que no
existe oportunidad de ganar elecciones para ningún otro partido que no sea
Morena. Y en efecto, en varias regiones del país las cosas no pintan nada bien
para la oposición en 2019, al menos en las dos gubernaturas en disputa este
año: Puebla y Baja California.
El
nivel de hartazgo en México fue tan alto que hoy vemos que el actual gobierno
federal tras un par de crisis, salió fortalecido; una luna de miel como pocas presidenciales
en México y la región.
Con
un contexto geopolítico que pareciera estar blindado contra todo y todos, resulta
necesario formar contrapesos que propicien un escenario de mayor competencia y
oferta para las diferentes esferas económicas y sociales.
Resulta
importante también replantear el concepto de campañas desde una nueva
generación que consume la falta de legitimación de los grandes partidos, los
partidos emergentes, el debilitamiento de los medios tradicionales y los
avances tecnológicos que guían la forma en que nos comunicamos día a día.
Si
se quieren propiciar contrapesos viables en México es necesario crear
estrategias que permitan diferenciarse y contemplar a nuevos segmentos como la
generación Z y también la generación T.
La
generación Z es la generación post millennial, una generación que comprende a los
nacidos desde 1995 hasta 2010 aproximadamente, los cuales llegaron a la escena
electoral para quedarse y transformar la forma de ver y hacer campañas.
Una
de sus principales diferencias con los millennials es que éstos últimos
crecieron con la tecnología, mientras que los Z nacieron con ella. De acuerdo a
Olivier Haude, profesor del Centre National de la Recherche Scientifique de La
Sorbona, el cerebro de un Z es el mismo, sin embargo, los circuitos utilizados
cambian. Ellos utilizan el córtex prefrontal para mejorar la rapidez de
decisión y adaptación multitarea, ligada a las emociones.
Por
ello, esta generación no nació con la torta bajo el brazo, sino con 4 pantallas
bajo el brazo: tv, tablet, smartphone y consola. La gama de redes sociales se
centra en tres principalmente: instagram, whatsapp y por supuesto youtube.
Su
tiempo de atención de esta generación es de 8 segundos, esto supone que los
formatos digitales deben adaptarse a las nuevas formas y requerimientos de
dicha generación, y por ende los conceptos y mensajes.
Por
otra parte, la generación T son aquellos nacidos a partir de 2010, quienes
también son importantes para efectos de una estrategia de comunicación política
actual. Una de sus características es que son una generación táctil, por su
relación con los dispositivos. Entre sus características destaca su mundo
globalizado e hiperconectado donde la diferencia entre lo público y privado
aparentemente no existe.
La
importancia de no discriminar a los niños y jóvenes en una campaña es porque
éstos tienen un nuevo sensei que es la tecnología, internet los ha convertido
en una autoridad en los hogares y sus familias. Representan el 15% de la
población mundial. El verdadero poder se centra en su influencia en la toma de
decisiones de su familia. El nivel de conciencia de estas generaciones supera a
las anteriores. Por ello, el marketing político Z y T debe ser visto hoy como
una táctica contemplada en la estrategia general de comunicación política tanto
de candidatos como gobernantes.
En
una era donde lo único constante es el cambio debemos estar abiertos a observar
y escuchar lo “nuevo”, de lo contrario caeremos en el error de creer que todo
sigue igual. Un error que ha costado muchas campañas y gobiernos.
Al
día de hoy, y en medio de todo el contexto que vivimos, la regla sigue siendo
vigente: las elecciones se ganan en tierra, con votos, estrategia y tácticas.
No
subestimemos el poder de la generación Z y T, hay mucho que aprender. Ellos
están cambiando la forma de ver y hacer política. Estemos pendiente…
Texto publicado en la Revista D'interés