Flotando en el cyberespacio
Existe
un refrán que dice “de la moda lo que te acomoda” y para las campañas electorales
aplica la misma formula. Si bien, lo importante es estar, debes elegir dónde y
cómo, ya que de lo contrario puede resultar contraproducente.
Las
redes sociales son parte esencial de las campañas para generar percepción y
reflejar el sentir de una parte de la sociedad, por ello se han convertido en el
espacio idóneo donde se desatan las pasiones de una campaña electoral.
Si
bien, las redes sociales están de moda, cualquier candidato debe saber que no
todas las redes son para todos. En el proceso electoral reciente hubo
candidatos que se desvivían por aparecer y ser populares en ellas, sin embargo,
descuidaban aspectos básicos que en muchos casos los ponían en jaque.
Algunos
apuntes para suspirantes:
Lo
principal es tener claridad en tres preguntas: ¿Quién soy?, ¿Qué quiero? y ¿Con
qué cuento?
Tener
una estrategia general de comunicación debe ser primordial ya que regirá la
campaña. La estrategia digital debe estar en sincronía con la general. Si no se
cuenta con ellas todo será ocurrencia y pone en riesgo la campaña.
Rodearse
de expertos en el área es crucial. Los sobrinos y demás familiares siempre son
útiles pero no para dirigir un medio de comunicación tan importante como las
redes sociales de una campaña.
Analizar
qué tipo de red social utilizaré. No todas son para todos los candidatos y no
todas son importantes. En México las redes sociales más utilizadas son Facebook
(98%), Whatsapp (91%), Youtube (82%),
Instagram (57%) y Twitter (49%).
La
cantidad de likes y followers de una fanpage no es proporcional al nivel de
popularidad de dicho candidato y mucho menos son sinónimos de votos.
No
todo lo que está en redes sociales es real. Las fake news han sido un
ingrediente muy socorrido en las estrategias de campañas negras en los últimos
años. Por ello, se creó una iniciativa llamada @VerificadoMX para combatir
dichas publicaciones falsas.
El
timing debe estar acorde a la naturaleza de la red social que se usa. En México
hay 79.1 millones de usuarios de internet que se conectan prácticamente todo el
día, sin embargo, las horas pico del tráfico son por las mañanas de 6 a 9 horas
y en la noches de 21 a 24 horas.
Una
imagen vale más que mil palabras y en redes sociales un trabajo audiovisual
bien producido y logrado hace la diferencia. Contar historias es clave en cada
video o post.
Ser natural es lo importante y lo más difícil de
conseguir. Siempre se ha dicho que el marketing político transforma a los
candidatos en personajes de telenovelas, lo cual es un error. Esa formula ya
caducó.
Finalmente,
La
tecnología en sí no es mala, el tema está en el uso que se hace de ella. La
saturación, inmediatez y su acceso las hacen ingobernables hasta ahora.
La
arena donde se desarrolla una campaña electoral de choque proviene de las redes
sociales, éstas se han convertido en la fuente de los medios tradicionales. Si
bien es cierto que los medios tradicionales han perdido credibilidad y
penetración, esto no quiere decir que desaparecerán.
Las
redes sociales le han dado poder a la ciudadanía, un poder que tal vez no sea
físico pero si emocional, les ayuda a hacerse o creer que son escuchados. Son
un escaparate para la ciudadanía, una válvula que por supuesto tiene sus
limitantes.
Las
redes sociales no funcionan si no se organizan. Nada de lo que pasa en redes
sociales pasa por casualidad, detrás de cada publicación o ataque existe un
interés y en el mejor de los casos una estrategia.
Las
redes sociales (excepto whatsapp) hasta el día de hoy no han logrado ser
movilizadoras del voto, si influenciadoras. Seguramente en un futuro las cosas
cambien. Mientras tanto, en México una campaña se gana con votos, no con bots
ni likes.
La
principal arma que tiene la sociedad es un aparato llamado celular. Se
pronostica que la principal red social, Facebook, en unos años llegará a su
techo de usuarios en algunos países, por lo que Whatsapp se convertirá en la
red social más redituable para campañas face to face. Estemos pendientes…
Texto publicado en la Revista D'interés